miércoles, 22 de mayo de 2013

la dieta Barf para poerros y gatos


La nutrición con alimentos crudos para perros y gatos debe ser orientada solo por expertos.


La dieta Barf, llamada así por sus iniciales en inglés ( biologically appropiate raw food ), se basa, como su nombre lo dice, en los alimentos crudos biológicamente apropiados. 
Los perros y gatos que se mantienen con este tipo de alimentación suelen tener pelo más brillante, aliento fresco, heces más compactas y menos olorosas y dientes sin sarro. Además, hay mayor desarrollo de su musculatura y disminución de la grasa corporal. 
Asimismo, se ha comprobado que la dieta Barf restablece el sistema inmune rápidamente y ayuda a perros y gatos con hipotiroidismo, obesidad y displasia de cadera.
Sin embargo, este tipo de alimentación no es solo para perros con las anteriores condiciones. Es más, no existe una edad para empezar a darles alimentos crudos como carnes, huesos, vegetales, entre otros.
De hecho, entre más temprano se inicie la dieta, mejores resultados se verán a futuro. Eso sí, antes de comenzar, busque la asesoría de expertos en el tema, ya que el manejo de la dieta debe ser balanceado. No solo es prudente saber cuáles son los alimentos adecuados, sino las cantidades suministradas. 
Por ejemplo, para los cachorros se recomienda solo el 10 por ciento de carne, sobre el peso corporal real, repartido en diferentes tomas.
Para perros adultos, se calcula del 2 a 3 por ciento del peso corporal real, repartido en 2 tomas. Y para gatos, se calcula el 4 por ciento del peso corporal real, repartido en 3 tomas.
De la misma forma, es necesario conocer la procedencia de las carnes, vegetales y hortalizas, ya que pueden venir infestados de parásitos. 
Tenga en cuenta que luego de comenzar esta dieta lo más seguro es que su mascota no quiera retornar a los alimentos que le daba antes.  Etóloga, especialista en terapias naturales y directora del Centro de Comportamiento Animal PET LIFE. (www.petlifecolombia.webs.com).



Relación entre trauma cerebral y desarrollo de epilepsia en perros



Los resultados de este estudio indican que el trauma en la cabeza en los perros se asocia con un riesgo significativo de desarrollar epilepsia y que los canes se pueden utilizar como un modelo natural de epilepsia postraumática para los estudios en humanos.

En los seres humanos, la lesión cerebral traumática (LCT) es una de las causas más comunes de la epilepsia adquirida (sintomática), pero hasta el momento no existe un tratamiento para prevenir el desarrollo de la epilepsia después de la LCT. Los modelos animales de epilepsia postraumática (EPT) son importantes para caracterizar los mecanismos epileptogénicos de TBI y para identificar los tratamientos antiepileptogénicos clínicamente eficaces.
La prevalencia y la fenomenología de la epilepsia de origen natural en perros son similares a las de la epilepsia humana. Sin embargo, el riesgo de epilepsia después de una LCT no se ha estudiado sistemáticamente en los perros. Para ello se realizó un estudio* retrospectivo de 1.000 perros que llegaron al departamento clínico durante un periodo de 11,5 años, con el objetivo de determinar la incidencia de convulsiones tempranas y tardías después de un traumatismo craneal en esta especie.
Se utilizaron dos estrategias: en el grupo I (n = 392), se evaluó si los perros referidos para el tratamiento de un trauma en la cabeza (grupo Ia) u otros traumatismos (grupo Ib) desarrollaron convulsiones después del trauma, mientras que en el grupo II (n = 608) se evaluó si los perros referidos para el tratamiento de convulsiones epilépticas recurrentes tenían antecedentes de trauma en la cabeza. Los datos para este estudio se obtuvieron de la base de datos clínicos, los cuestionarios enviados a los dueños de los perros, y las entrevistas a los propietarios.
En el grupo Ia, 6,6% de los perros desarrollaron EPT, que fue significativamente diferente del grupo Ib (1,9%), lo que indica que un trauma en la cabeza aumentó el riesgo de desarrollar epilepsia en un factor de 3,4. El riesgo de EPT aumentó con la gravedad de la LCT; el 14,3% de los perros con fractura de cráneo desarrollaron EPT. En el grupo II, el 15,5% de los perros con epilepsia tenían antecedentes de lesión en la cabeza, que fue significativamente mayor que la incidencia de EPT determinado para el grupo Ia.
Este estudio indica que el trauma en la cabeza en los perros se asocia con un riesgo significativo de desarrollar epilepsia. Por lo tanto, los perros con LCT grave son un interesante modelo natural de la PTE que proporciona una nueva plataforma traslacional pa
ra los estudios sobre EPT humana.



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